meditación de mes – junio 2016

JUICIOS Y COMPARACIONES

Nuestra mente juzga y compara constantemente. Es una capacidad que tiene una función práctica pero generalmente cuando nos identificamos inconscientemente con ese hábito lo usamos como juego de poder para abrir o cerrar nuestros corazones. Controlamos así que la energía suba o no suba al corazón.

Juzgarnos a nosotros mismos y a los demás es una forma de poder oculto e inconsciente que fomenta la dualidad en vez de la unidad, nos pone por debajo o por encima de los demás y por lo tanto nos separa.

Juzgar mucho a otros, cotillear, compartir rumores negativos, dar puñaladas por detrás, es un juego de poder.

Es muy común en nosotros sentirnos víctimas de este comportamiento, de temer los juicios de los demás. Hemos de ser muy honestos con nosotros mismos para ver como nosotros hacemos lo mismo

Toma consciencia de tus
juicios y observa lo que pasa energéticamente en ti cuando juzgas. Cuando te encuentres perdido en juicios, evita juzgarte, observa, siente…

De vez en cuando, cuando te des cuenta de un juicio, simplemente suéltalo y respira, fíjate lo que sucede dentro de ti antes y después.

Te sientes desprotegido si no juzgas? que función positiva tiene en cada momento? de que te protegen los juicios? son verdaderamente infundados y basados en observaciones reales o simplemente hablan de ti, de lo que te gustaría o no gustaría, de tus necesidades, de tus miedos, de tus emociones?


Practica momentos de apertura, mira las cosas como son, sin querer cambiarlas, siente lo que te produce en tu centro y con sencillez sigue a tu cuerpo, observa si se acerca o se aleja o simplemente se relaja con lo que es.

Libera cualquier emoción que se despierte al dejarte sentir lo que es como es en este momento.

A continuación os dejo unas palabras y una historia que Osho nos contó sobre el juicio.
Os abrazo
Astiko


El juicio significa un estado mental rancio. Y la mente siempre quiere juicios, porque el estar en proceso resulta ser siempre peligroso e incómodo. Sé muy, muy valiente, no dejes de crecer, vive el momento, sólo quédate en el fluir de la vida.

Esta historia sucedió en los días de Lao Tsé, en China, y a Lao Tsé le gustaba mucho:

Había un anciano en una aldea. Era muy pobre, pero aún los reyes estaban celosos de él, porque poseía un hermoso caballo blanco… Los reyes le ofrecieron fabulosos precios por el caballo, pero el anciano les respondía: `Este caballo no es un caballo para mí, es una persona. ¿Y cómo podría vender a una persona, a un amigo?` El hombre era pobre, pero nunca vendió l caballo.

Una mañana encontró que el caballo no estaba en el establo. El pueblo entro se congregó y le dijeron: `¡Anciano estúpido! sabíamos que algún día te robarían el caballo. Habría sido mejor venderlo. ¡Qué mala suerte!`

El anciano habló: `No se atrevan a decir eso. Sólo digan que el caballo no está en el establo. Este es el hecho; todo el resto es un juicio. Si se trata de mala suerte o de una bendición, lo ignoro, porque esto es sólo un fragmento. ¿Quién sabe qué sucederá luego?`

La gente se rió del anciano. Siempre habían creído que estaba un poco loco. Pero después de quince días, una noche, repentinamente, retornó el caballo. No lo habían robado, se había escapado al bosque. Y no sólo eso, trajo también una docena de caballos salvajes con él.

Nuevamente los aldeanos se congregaron y le dijeron: `Anciano, estabas en lo cierto. Esto no fue mala suerte; de hecho, ha resultado una bendición`. El anciano les respondió: `Nuevamente están yendo demasiado lejos. Sólo digan que el caballo ha regresado… ¿quién sabe si es o no una bendición?, es sólo un fragmento. Ustedes leen sólo una palabra en una oración, ¿cómo pueden juzgar el libro entero?

Esta vez los aldeanos no pudieron decir demasiado pero, en el fondo, sabían que estaba equivocado. Habían venido doce hermosos caballos…
El anciano tenía un solo hijo, que comenzó a adiestrar a los caballos salvajes. Apenas una semana después, cayó de un caballo y se quebró las dos piernas. La gente de la aldea se reunió nuevamente y nuevamente emitieron su juicio. Dijeron: `Otra vez estabas en lo cierto, fue mala suerte. Tu único hijo ha perdido el uso de sus piernas, y él era tu único sustento en tu vejez. Ahora estás más pobre que nunca`.

Les dijo el anciano: `Están obsesionados con los juicios; no vayan tan lejos. Sólo digan que mi hijo se ha roto sus piernas. Nadie sabe si esto es mala suerte o una bendición. La vida viene en fragmentos y nunca a ti se te da más`.

Sucedió que después de unas pocas semanas el país entró en guerra y todos los jóvenes varones de la aldea fueron obligados a entrar en el ejército. Unicamente se quedó el hijo del anciano, porque estaba lisiado. El pueblo entero se lamentaba y lloraba porque era una batalla perdida y sabían que la mayoría de esos jóvenes nunca regresarían. Fueron al anciano y le dijeron: `Anciano, nuevamente tenías razón, ésto ha sido una bendición. Quizás tu hijo esté lisiado, pero todavía está contigo. Nuestros hijos se han ido para siempre`.

Nuevamente les respondió el anciano: `Ustedes siguen y siguen haciendo juicios. ¡Nadie sabe! Sólo digan que sus hijos han sido obligados a ingresar en el ejército y que mi hijo no ha sido obligado. Pero sólo Dios, el total, sabe si se trata de mala suerte o de una bendición`.

No juzgues, de otro modo nunca serás uno con la totalidad. Con los fragmentos te obsesionarás, con las pequeñas cosas querrás llegar a conclusiones. Una vez que juzgas, detienes el crecimiento. El juicio
significa un estado mental rancio. Y la mente siempre quiere juicios, porque el estar en proceso resulta ser siempre peligroso e incómodo.


En realidad, el viaje no termina nunca. Un camino termina, otro empieza; una puerta se cierra, otra se abre. Alcanzas una cima, siempre habrá allí una cima más alta. Dios es un camino infinito. Sólo los valientes que no se preocupan por la meta y que se contentan con el viaje, con vivir el momento y crecer a partir de él, sólo ellos serán capaces de caminar con la totalidad.»  OSHO – Hasta que Mueras pp. 36-40